jueves, 30 de septiembre de 2010

UNA VERDAD ACERCA DE LAS ÁNIMAS DE GUASARE

Autor. Hernán Blanco


Para enterarse de algo que se desea saber sólo hay que preguntar. La gente suele decir que preguntando se llega lejos, o que nada se pierde con preguntar. A mi me ha dado muy buenos resultado, andar por allí preguntando cosas, debido a mi curiosidad por conocer esas anécdotas y esos saberes ocultos inconcientemente en la memoria del pueblo. Es así como se aprende y se conoce lo que no se sabe.

Bastó una pregunta muy sencilla  que les hice a Roque y a Roberto Higuera, ¿qué saben ustedes de las Ánimas de Guasare?, para hacer un descubrimiento importante acerca de esta creencia tan arraigada en nuestra sociedad, sobre las milagrosas Ánimas ¿Porqué hice esa pregunta? por que los abuelos de estos amigos había formado su familia en el camino de Paraguaná, lo que me hacia suponer que algo debía saber. En ese sentido la intuición ayuda mucho. La respuesta no se hizo esperar, Roque me respondió, que él sabía una historia de dichas ánimas que nada tenia que ver con la versión de Eudes Nava y que una de ellas tenía nombre y apellido, y que la misma estaba relacionada con una familia del barrio de apellido Alvarado, incluso, me dio el nombre de la persona que podía ponerme al tanto de esa información. Ese planteamiento llamó mi atención y me quede pensando en la posibilidad de conversar con esa persona. El tiempo paso, unos cinco o seis meses quizás y cuando parecía que todo estaba olvidado, el día 8 de febrero a las cuatro de la tarde, me encontré en los tres platos con esa persona de la que me habían hablado los hermanos. Inmediatamente lo aborde comunicándole lo que había conversado con Roque y Roberto y le manifesté, que tenía interés en conocer la información que presuntamente él conocía sobre el protagonismo de algún familiar suyo con respecto a leyenda de las Ánimas de Guasare. Así de pronto estábamos acordando una cita para vernos en algún sitio. Pero fue tal mi insistencia que logré persuadirlo para que me comentara lo que sabia acerca de esa historia y así fue como logré tomar notas y grabar cuanto este personaje de nombre Urbano, conocía. 

¿Cuando me iba a imaginar que estos amigos pudieran ponerme tras la pista de una información que aportaría nuevos y muy originales elementos a la leyenda de las Ánimas de Guasare?

Antes que el libro del Poeta Eudes Navas saliera a la luz pública con los elementos descriptivos y narrativos del hecho conocido como las Ánimas de Guasare, sólo se conocía obviamente una leyenda que iba de boca en boca. Es el poeta con su prosa el que plasma y le da cuerpo literal a aquel decir popular que se había convertido en una manifestación religiosa y cultural de todos los falconianos y que trascendió más allá de la frontera regional.
Hacer este comentario es necesario en justicia de quien primero escribió sobre la materia. A partir de esta referencia otros se lanzaron a escribir, comentar y hacer videos del hecho, sin agregar nada nuevo o distinto a lo que hubiese dicho el poeta 

Esta es la historia que protagonizaron los hermanos Francisco, Constantino y ManuelAlvarado, y que dio origen a la leyenda de Las Ánimas de Guasare. 

 Todo comenzó un día cualquiera del año 1912, cuando tres hermanos oriundos de Maurache, (Buena Vista), se dispusieron a realizar la aventura de atravesar a pie el desierto peninsular, para dirigirse a Coro en busca de trabajo, en virtud de que la ausencia de lluvia en el año anterior había ocasionado un gran problema, al encontrarse las trojas vacías de muchas familias pobres. Siempre el paraguanero se sustentaba económicamente con el producto de las abundantes cosechas propias de cada año, sólo que esta vez no sólo no se pudo sembrar sino que además se estaban muriendo los animales. Esta fue la razón del éxodo de estas familias pobres en busca de una mejor calidad de vida, fuera del suelo peninsular y que se convirtió en leyenda posteriormente. 

 El penoso recorrido que comenzó en Buena Vista con destino a Coro, se convirtió en tragedia en el sitio conocido como Guasare, cuando uno de los tres hermanos que comenzaron la travesía de la muerte, llamado Manuel Alvarado,  fallece en la orilla del camino,  en una punta del Golfete, al Este de donde hoy se encuentra la capilla de las Ánimas de Guasare. Los dos hermanos sobrevivientes dejan el cuerpo de Manuel acomodado a la orilla del camino y continúan en busca de auxilio, ya que se encontraban bastante cerca de Coro, sin saber que antes de llegar a la ciudad se encontrarían con la casa de Manuel Felipe Higuera y Francisca Loaiza, que habitaban en Los Guayacanes. Es al Señor Manuel Felipe a quien le cuentan lo sucedido, y le piden el favor para que los ayude a enterrarlo. Este los acompaña hasta el sitio, donde proceden a enterrar el cadáver. 

 Los dos hermanos después de agradecer a Manuel Felipe la solidaridad, siguieron camino, pero con mucha pena por la perdida del hermano querido. El rumbo que estos muchachos llevaban era el camino de la serranía, donde presumían encontrar trabajo y comida. Después de varios días de camino los hermanos fueron a detener su marcha por las inmediaciones de Cabure. Cuando la noche estaba cayendo encuentran un sitio donde había un grupo de personas muy alegres que estaban asando una ternera. En esa reunión fueron invitados a pasar y les ofrecen de la abundante comida que había en aquel banquete. En ese momento los hermanos al ver tanta comida se echaron a llorar pensando en las penurias por las que estarían pasando su madre y sus hermanos. Allí manifestaron su tragedia y su necesidad de trabajo. Les responden que la situación no estaba muy buena, pero que harían algo para ayudarlos. A los días siguientes les hacen una oferta de empleo para sacar una madera de un fundo y llevarla para un trapiche. Una vez concluido el compromiso le pagaron a cada uno 7 bolivares a razón de tres reales por día. Francisco le pidió a Constantino regresara a Buena Vista a llevarle a su mamá el dinero que habían obtenido, a lo que este respondió, que él a Paraguaná no volvía ni siquiera con mil bolívares. Francisco regresó, pero Constantino se adentro más hacia la serranía al punto de que nunca más supieron de él. En esta familia se cree que Constantino debió seguir hacia Barquisimeto.   

 Para esta familia nunca hubo dudas de que en ese sitio estaba enterrado Manuel. Fue el propio Francisco el que puso la cruz en el sitio pues se trataba de su hermano. Esa es la razón por la cual en todo ese camino donde muchos restos humanos se encontraban dispersos, uno sólo estaba identificado con la cruz. Otras de las ánimas que presuntamente estaban en el mismo lugar, según le contaron a Urbano correspondían a una dama y hombre que a caballo procedían de La Vela, los cuales fueron encontrados muertos muy cercano del sitio. Esa es la razón por la cual la tradición habla de tres personas fallecidas en el sitio de Guasare. Cuenta Jobita que su tía Pola y su prima siempre estuvieron pendiente de esta tradicion familiar de venerar el Anima de Manuel que tenía 18 años cuando murió en ese lugar. también cuenta Jobita que su papa Chico cuando iba a Paraguana tenía por costumbre saludar a su hermano con un ¡Adios Manuel! 

                                                 Francisco Alvarado
                                       nació en 1889. Contaba con 23 para la fecha en que murió, Manuel


Según Monche Higuera el tramo del camino hasta Tacuato es un cementerio. El conoció muchos sitios donde las osamenta se encontraban a flor de tierra, incluso en una ocasión estando de cacería con unos familiares, seguían a una iguana que se les metió en un tunal, a la cual le entraron a fuerza de machete, encontrándose con la sorpresa de unas extremidades humanas. En otro sitio encontraron un cráneo y una larga cabellera. Es decir que había para escoger.

Ahora Bien si los restos de Manuel fueron enterrados es poco probable que los huesos que después aparecieron en el sitio,  fueran los de él. Es posible que para dar mayor veracidad a la tradición alguien llevara huesos humanos de otro sitio, que como hemos dicho hay bastante regados por el cuello peninsular, lo cual permite especular, que los restos de Manuel Alvarado, el difunto que siempre se veneró como una de las ánimas de Guasare, aún pudiera estar en el sitio donde comenzó el culto a las milagrosas Ánimas, y no donde ahora se encuentra la capilla, la cual fue mudada ciertamente para la comodidad de los devotos, pero también para explotarla comercialmente.  


 Miembros de la familia Alvarado testigos de las anécdotas de Chico Alvarado, su hija Jobita y sus Nietos Cosme y Francisco. 

Solo quienes pudieron haber tenido un sentimiento de afecto por la persona de Manuel, "Anima de Guasare" tenían razones para comentar entre la familia el significado de aquel hecho que hubo de sucederle a un miembro de su grupo familiar.    

 Ante esta circunstancia cabe hacerse la siguiente pregunta ¿si el presunto cuerpo de Manuel no fue exhumado, de donde sacaron los huesos que se llevaron para allá?
Los Higueras son una familia muy conocedoras en detalle de toda esta área geográfica, por cuanto nacieron en el lugar, y además fueron criadores que permanentemente caminaban todos esos espacios pastoreando sus animales. De modo que como ellos nadie conoce mejor la realidad. El progenitor de los hermanos Higuera, Andrés Teodoro, nació en el año 1900, contaba 12 años cuando aconteció lo del año doce, lo cual quiere decir que algo debió saber sobre el asunto.  ¿Pero cual es la causa de la fama de las ánimas? En primer lugar la devoción cristiana a las almas del purgatorio. En segundo lugar la identificación de la cruz, lo cual quiere decir que tenía dolientes, este signo de la fe obligaba a los caminantes a persignarse y a encomendarse para el buen viaje o solicitar algún favor. En tercer lugar que los restos estaban en el camino. Porque restos humanos hay diseminados por toda esa geografía. Si en algún sitio hubo restos humanos como arroz, fue en Coduto, donde perdiera la vida el más famoso personaje caído en esa llanura, el Ilustre Prócer de nuestra Independencia el Coronel Juan Garcés, héroe de Junín y Ayacucho, quien cae combatiendo contra Juan Crisóstomo Falcón. Si a alguien se le hubiera ocurrido hacer un parapeto y prenderle una vela a tan Ilustre Prócer, no habría ánima más famosa que esta en toda la Península. Ironía de la vida. En cuarto lugar los obreros de Obras Públicas que construyeron la carretera de caliche por donde habría de pasar el nuevo medio de transporte, que dejaría atrás a los arreos de burros que frecuentaban esta ruta. Estos obreros comenzaron la difusión masiva de las ánimas ya que en el sitio había un médano que obstruía la vía, por lo que siempre estaba destacado en el sitio una pequeña cuadrilla de trabajadores haciendo mantenimiento. Por supuesto que cuando se estaba trabajando en el sitio la marcha era más lenta para los transeúntes, circunstancia que aprovechaban los obreros para promocionar a las ánimas pidiendo colaboración. De esta forma el lugar se convierte en el preferido de los obreros, cuestión que representaba un problema para el caporal supervisor a la hora de distribuir el personal. En cierta forma estos obreros eran celadores de los bienes de las ánimas, estaban pendientes de la limosna que las personas dejaban allí. Fue así como las animas se convirtieron en el Banco de los Trabajadores de Guasare, por cuanto algunos de estos obreros en momentos de estreches económicas solían tomar dinero prestado de la limosna, el cual reponían posteriormente. Era tal la honestidad de la gente de entonces, que nadie osaba tocar la limosna que allí se depositaba. Pero tenía que llegar el día en que un choro desalmado cometiera el primer atraco contra las buenas ánimas del camino, quedando así descapitalizado el banco de los trabajadores. Desde entonces no pararon las profanaciones contra el túmulo. En quito lugar los pescadores, que antes de entrar al mar siempre se agachaban para hacer sus ruegos y prender una velita. Mi padre, Lorenzo Tellería, pescador de toda la vida por esos lugares, cuando se iba de faena con su amigo Eduvigido, estaba muy pendiente de la vela para las ánimas. No detenerse a saludar a las ánimas, era señal de mal augurio en la pesca. Por lo tanto jamás omitían la parada.

Una anécdota que recuerdan familiares de estos obreros es la siguiente: sucedió un día, que la cuadrilla decidió echar un camarón dejando un centinela para que avisara cuando se aproximara el caporal, pero éste también cayó en los brazos de Morfeo. Mayúscula sorpresa se llevaron cuando las propias ánimas según ellos, los despertaron con un estruendoso regaño. ¡Buenos es que no se van a levantar, ya viene la gente!



TEODORO HIGUERA

En este sitio trabajaron Lourdes y Teodoro Higuera, José Velázquez, Justiniano Loaiza, Ángel Dávila, Catalino Veróes, un tal Vallecito y otro señor apodado Tano, entre muchos otros.
En 1912 llego a Coro, el primer vehículo, para el General Jurado, prrimera autoridad del Estado.

Cuando ya creía haber terminado Roberto Higuera me sugirió que hablara con Juan Hurtado, porque él tenía la impresión de que Juan conocía alguna información que pudiera interesarme. No estaba equivocados, Juan tenía muy buena información que comunicarme. Juan es un personaje que conozco muy bien, por cuanto le hice varias entrevistas para escribir la reseña de El Pantano. 

Cuando fui a visitarle para preguntarle sobre lo que pudiera conocer sobre las ánimas, la primera pregunta que le hice fue, si sabía la historia de los hermanos Alvarado, me confirmo que ciertamente esa historia se comentaba. Entre otras cosas me contó lo siguiente. El túmulo de las ánimas era en principio una casucha de madera en cuyo interior tenía una lata, de aquellas en la que se envasaba el kerosén. En esta lata encendían los viajeros sus velas. El primer túmulo de Cemento lo hizo el mismo Juan, a solicitud de Sigilfredo Crasto, conductor devoto de las ánimas que distribuía la Cerveza Caracas en Coro y Punto Fijo. Juan también sabe algo de la historia de estos lugares ya que vivió en Cararapita más allá de Cararapa con su papá Bernal Hurtado. Donde tenían una pequeña posada. En ese camino de Paraguana tenían animales Emilio Ramirez, Teo Borregales, y Gregorio Marrero.  Tambien vivian en ese callejon peninsular, Primitivo Castillo, Ramón Díaz y Amalia Nebrus, Rodolfo Fuguet, María Rivero, Bartolo Reyes, Julio Rivero, Ramón Mora, Tomás Blanco y Manuela Padilla, Leonor Cumare entre otros.   Allí se vendía un plato de comida por un real.  



                                                    Sigilfredo Crasto






                                                
                                                 Juan  Hurtado                                                           


El telégrafo de El Faro que menciona Eudes Nava no estaba en el balcón de Jurado, este funcionaba en una casa que estaba en la punta de abajo en la Salina, y el telegrafista era mi Abuelo José Isabel Blanco Fuente. Un general de montonera nacido en El Sombrero Estado Guarico. Mi abuelo fue telegrafista en San Luis y en el Estado Zulia, en Los Puertos de Altagracia. En El Faro, siendo mi abuelo funcionario del gobierno tuvo un encuentro cordial con Rafael Simón Urbina, cuando este iba a embarcase en Adicora para hacer la toma de Curazao. Mi abuelo amablemente le ofreció comida y este le agradeció la atención y el buen trato. Cuando posteriormente llegaron las autoridades preguntando si Urbina había pasado por allí, mi abuelo negó haberlo visto.

Probablemente para el año 12 mis abuelos ya estaban viviendo en El Faro. En 1915 nació el hermano mayor de mi papá Francisco Tellería. En la casa de El Faro también hacían posada muchos viajeros. Esto me lo comentó mi abuela Rosa Tellería. 

Es necesario  aclarar que Paraguaná siempre estuvo habitada, primero por los Caquetios y después por los españoles, lo cual quiere decir que ese recorrido era normal que lo hicieran permanentemente. Los Caquetios hacían este recorrido a pie pero desde la llegada de los españoles el desplazamiento fue a lomo de burro o mula o caballo, dependiendo del estatus social. Digo esto por que quienes hablan o han escrito sobre el asunto intentan hacer creer que los paraguaneros salieron en estampida motivado a la ausencia de lluvia. Eso realmente no es verdad. Muchos paraguaneros siguieron haciendo su recorrido de lo más normal. El intercambio comercial no se iba a detener por un año de sequía. Los arreos de los comerciantes no iban a detenerse cuando más necesidad había de abastecer la zona de alimentos. Es obvio que a estos suministros solo tenían acceso las familias pudientes de la península. En todo caso los que pudieron haber muerto fue gente de escasos recursos que por no tomar previsiones se aventuraron a hacer un recorrido que desconocían, los cuales fueron victimas mas que del hambre y la sed, fue por la insolación, cansancio, o por alguna patología.  Es importante tener en cuenta que en ese camino siempre hubo posadas y que los arreos de burro llevaban agua a esos sitios, también habían unos cuantos jagüeyes, cuya agua era perfectamente tolerada por el organismo humanos por su baja concentración de sal. De hecho los burros son capaces de hacer sus hoyos para sacar agua de esta, y no se mueren por beber de ella. En cada uno de esos sitios habia un jaguey como hemos dicho. Juan Me comentó que el agua menos salobre era la de Cararapa. Incluso me comentó que él mismo había hecho su jaguey en el camino, el cual utilizó muchas veces para llenar su pimpina cuando iba por esos caminos. A este respecto la tecnología satelital del presente nos permite comprender el porque de la existencia de esa agua semidulce en el camino. 


En esta foto del satelite puede observase que el golfete no es tan hondo como se cree por cuanto se aprecia con bastante claridad el lecho del mismo. Pero lo más interesante es apreciar que la direccionalidad del cuello peninsular sigue en linea recta hacia la Represa El Isiro y obviamente hacia la Sierra de San Luis. Esta es una clara demostración que en ese camino desde el tiempo de los aborígenes se sabía que había agua.       

Por esos lugares el gobierno tenía sus empleados cuidando las Salina, además tambien podía encontrarse uno que otro pastor cuidando sus animales. y algún pescador andaría por esos ancestrales sitios de pesca.  Es decir son casi cuatro siglos de histórica presencia del hombre haciendo la vida en ese trayecto. Moruy Pueblo Nuevo, Santa Ana, los Taques, Adicora estaban allí con su modesto desarrollo. ¿De donde recibían provisiones sino de la capital, por el único medio de trasporte que existía los burros y mulas, que eran los Jeep y los camiones de ahora, por los únicos caminos que conocían los falconianos. ¿De que sirve fantasear con imágenes que son contrarias a la naturaleza real de las cosas?. Es verdad que el área era inhóspita pero no totalmente deshabitada, es verdad que había necesidad y sed pero no es verdad que alguien no tuviera un pedazo de cualquier cosa de comer o de beber que no quisiera compartir. Si esos puntos estaban allí ¿porque alguien tenía que morir de hambre o de sed si estas posadas no estaban muy distantes unas de otras. La comida que más se vendía en estos sitio era pescado frito que abundaba en Guasare y Medano Blanco. un plato costaba un real. Para entonces cualquier familia tenía su atarraya.

Mi abuelo como empleado público tenía un sueldo suficiente para tener comida en una despensa. Incluso mi abuelo se daba el lujo de tener en El Faro, agua dulce llevada en barriles desde Coro. Eusebio Amarante primo de mi abuela Rosa a quien conocí en El Pantano 6 meses antes de su muerte me confirmo esta información cuando comentó: “Mi mamá nos llevaba de Tacuato a El Faro a visitar a la prima Rosa a beber agua dulce de vez en cuando”.     

                                                          
                                               Rosalia Telleria

Antonio Gil Blanco, sobrino de mi abuelo Emiliano Blanco, en un día con su noche montado en burro se venía desde el Vinculo hasta la calle Aurora a visitar la familia y especialmente a ver a su Hija Adela Castro, que vivía con mi abuelo. en ocasiones se regresaba el mismo día. Lo propio hacía mi abuelo cuando se iba a sembrar en el Vínculo. 

Un amigo me comentaba, mi mamá nació en Paraguaná en el año 1906 y jamás mis abuelos salieron de Paragunaá por hambre o sed 

Mi abuela Rosa Tellería nació en Maitiruma en el año 1901 y jamás salió de allá por hambre o por sed.

En otras palabras no es verdad que había una estela de muertos de hambre tirados por allí. Toda la exageración de esta leyenda salió del imaginario popular.  

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Hermano, la foto de Francisco Alvarado, quien contaba con 23 para la fecha en que murió, es de una persona mayor de 40 años aproximadamente, si ve la fisionomía. No es de ningún joven de 23 años como ud lo señala. Verifique la información

EL FARO DE FALCON dijo...

Si lees mejor te daras cuenta que Francisco Alvarado es el que cuenta a la historia, hermano del difunto, él es padre y abuelo de las otra tres personas.

EL FARO DE FALCON dijo...

Disculpa anónimo la confusión El, francisco en el año doce cuando fallece su hermano tenía 23 años.

Anónimo dijo...

Tiene toda la razón, la confisión la generó la leyenda de la fotografia. Disculpe y gracias por la aclaratoria.